EL FRUTO

COLOSENSES 1:3-6, 9-10

Existe una gama de frutos en el huerto de nuestro Señor. El nos ha dado el privilegio, como hijos suyos, de poder cultivarlos.

Como Dios perfecto, se toma un tiempo especial para cultivar en nosotros que somos el terrero, los frutos de su elección. Ese terreno debe ser saneado para extraer la maleza de nuestras debilidades. Dios entonces va poniendo el abono de su Santo Espíritu, en unción y entendimiento.

Tal como el labrador, El ha de colocarnos en el lugar escogido. Y durante el proceso nos dará un seguimiento en amor y cuidado. Después de la siembra pasaremos por etapas, experiencias y circunstancias, algunas veces de sequía, otras de lluvia, o de letargo.

Recordemos, siempre estar expectantes y sumisos a la llegada de la lluvia, temprana y tardía; con anhelo de ser transformados en canal de bendición para otros, siempre dejando brillar la luz de Cristo en nuestra vida.

Eleonora Alvarez 22.10.11

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