MI CORAZÓN ME CONDENA

Lectura: 1 Timoteo 1:12-17
¿Alguna vez te sientes culpable e indigno por algo que hiciste años atrás? Lo has confesado y Le has pedido a Dios que te perdone, pero su recuerdo aún te acecha.
Me identifico contigo. Los sentimientos de culpa todavía me arrollan cuando recuerdo que le fallé a una mujer anciana y sin hijos en la época en que estaba capacitándome para el ministerio. Ella era una clienta regular en la tienda donde yo trabajaba a tiempo parcial. Más tarde, llegué a ser un amigo y consejero espiritual tanto para ella como para su esposo. Incluso conduje el servicio fúnebre de él.
Cuando me mudé a una ciudad cercana para estudiar para pastor, perdí contacto el contacto con ella. Tenía la intención de hacerlo, pero seguía dejándolo para más adelante. Un día, vi su obituario. Quedé abrumado de dolor y le confesé mi pecado a Dios.
Más de 30 años después de su conversión, Pablo seguía haciendo referencia a la época cuando había sido 'blasfemo, perseguidor y agresor' (1 Ti. 1:13). Incluso se llamó a sí mismo el 'primero' de los pecadores (v.15). Sin embargo, repetidamente se regocijaba en la certeza de que era un pecador perdonado.
Dios, que es más grande que nuestro corazón y nos conoce concienzudamente (1 Juan 3:20), nos ha perdonado por los pecados que hemos confesado (1:9). ¡Podemos creerle! __ HVL

Reflexión: Confesarse ante Dios siempre deja un corazón limpio.

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