Cada día que el Señor nos regala es un motivo para nosotros exaltar y glorificar su santo y bendito nombre, por lo tanto no debemos desaprovechar ni una milésima de segundo sin dejar de alabarle y glorificarle.
Pidámosle al Señor que cada día nos ayude a ser un canal de bendición para cada persona con quien tengamos contacto, y que todo lo que hagamos, sea esto en hecho o en palabras sea con el único objetivo de glorificar y exaltar su nombre.
Nuestro Dios es bueno y digno de ser en gran manera exaltado, por lo tanto en vez de estar desperdiciando nuestro valioso tiempo en cosas que no edifican, es mejor aprovecharlo para guardar silencio, escuchar la voz de Dios y dejarnos dirigir por El.
Hay tantas cosas que Dios quiere decirnos y no escuchamos por el simple hecho de estar distraídos en cosas que para nada edifican.
La voz de Dios es agradable, suave, tierna, y llega como brisa fresca para guiarnos en las tomas de decisiones, en los momentos más tristes de nuestras vidas y cuando estamos pasando por desiertos.
Cerremos nuestros ojos en estos momentos, meditemos en el Señor y pidámosle que hable a nuestras vidas, vamos a decirle "Señor quiero escuchar tu voz".
Te invito a que mientras ores, escuches esta hermosa canción:
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