ESTACAS
IMAGINARIAS
“Abatida hasta el polvo está mi alma; vivifícame según
tu palabra.” Salmo 119:25
¿Viste en algún circo un elefante que pesa varias toneladas, amarrado a
una estaca tan pequeña que hasta un niño podría arrancar? Por extraño que
parezca, ese cuadro tiene una explicación. Los elefantes tienen una
memoria prodigiosa, pero no son muy inteligentes. Cuando son todavía
pequeños y no tienen mucha fuerza, los amarran a estacas. Las crías
se esfuerzan por liberarse. Lo intentan inútilmente una y otra vez, hasta
que llegan a la conclusión de que es imposible huir. En ese momento,
entra en acción la prodigiosa memoria y ellos recordarán por el resto de su
vida que no pueden arrancar la estaca.
Lo mismo sucede con el ser humano. Cuando es pequeño, alguien le
dice: “Tú no sirves para nada”, o “Tú solo sirves para crear problemas”, y
listo. Es como poner una pequeña estaca en el inconsciente, y aunque los
años pasen, tú quedas amarrado a las estacas imaginarias que te impiden
alcanzar los elevados ideales para los cuales fuiste creado.
El texto de hoy dice: “Abatida hasta el polvo está mi alma”. Por
alguna razón, el salmista también cargaba en su vida “estacas” imaginarias que
no lo dejaban ser feliz. Se esforzaba, luchaba pero los complejos interiores
eran más fuertes que sus decisiones conscientes. Hasta que un día, clamó
al Señor: “Vivifícame según tu palabra”. Y en ese instante, comenzó a
nacer un nuevo día en su derrotada experiencia.
Haz una revisión en tu vida, hazlo hoy, ahora. ¿Hay alguna
“estaca” que no te deja ser feliz? Este complejo, trauma, o como tú
quieras llamarlo, ¿está destruyendo tu vida profesional, tu matrimonio o la
vida de tus hijos?
Meditemos
en lo siguiente: Si la Palabra de Dios
tuvo poder para crear la vida cuando nada existía, si él tuvo poder para
recrear todo cuanto el enemigo había destruido, con toda certeza tiene también
poder para restaurarte de manera completa. El instrumento que Dios usa
para eso es su Palabra. Cree en su Palabra, porque creer en ella, es creer
en Jesús. Y Jesús es libertad. Por eso en el compartimiento secreto
de tu corazón, clama al Señor, y di: “Abatida hasta el polvo está mi alma;
vivifícame según tu palabra”.
Agradecemos al hermano Armando por compartirnos esta linda reflexión. Bendiciones!
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