¿Ministros o Mercaderes?

Por Keyla Marie Ramírez
Si ha estado envuelto en la organización de actividades cristianas en las que se ha considerado invitar artistas del género (o predicadores), seguramente le ha tocado escuchar en varias ocasiones los increíbles montos de las tarifas que algunos de estos individuos pretenden recibir por sus participaciones y si no se les paga como quieren, pues sencillamente no participan. 

Es triste e indignante la situación que hoy en día se está viviendo con muchos ''ministros'', se han olvidado de que MINISTRAR no es más que SERVIR. El problema principal es que más que buscar el sustento básico de sus familias, a estos les interesa conseguir a costa del Evangelio una vida lujosa, con los mejores carros, casas, colegios, etc., muchas veces influenciados por la línea doctrinal diabólica (no la puedo llamar de otra manera) de la prosperidad, pero ese es otro tema. Muchos venden incluso milagros y sanidades “Y por avaricia harán mercadería de vosotros…” (2Pedro 2:3). Nuestra sanidad y salvación ya fue pagada por Jesús en la cruz a PRECIO DE SANGRE y es ¡GRATIS! 

Dios a través de Su Espíritu es Quien reparte dones y utiliza nuestros talentos con el fin de que glorifiquemos Su nombre y edifiquemos a la Iglesia de Cristo. Si le invitan a cantar, predicar o lo que fuera, hágalo con amor y desinteresadamente. Cuando se ha recibido un llamado auténtico departe del Señor, causa placer y gozo trabajar para Quien le llamó, sin importar en dónde, ni por cuánto tuviera que hacerlo, pues sabemos que nuestra recompensa proviene de Él “…nuestro trabajo en el Señor no es en vano.” (2 Cor. 15:58b) y que “La bendición de Jehová es la que enriquece…” (Prov. 10:22).
Si al finalizar su participación le dan alguna ayuda monetaria, ¡bien, si no, también! Al fin y al cabo “Siervos inútiles somos, porque lo que debíamos hacer, hicimos.” (Lc. 17:10b). Para mí la mayor recompensa es comprobar que estas siendo instrumento en las manos del Señor cuando alguien te externa que fue ministrado y fortalecido a través de ti. 

Ahora bien, ciertamente, “Digno es el obrero de su salario.” (1Timoteo 5:18). El mismo Pablo en varias ocasiones fue ayudado por algunas iglesias, pero fíjense que por ser ministro él no dejó de trabajar en otros asuntos mientras podía para no ser agravio (1Tes. 2:9 : Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios). Si alguien trabaja tiempo completo en la obra, es el deber de su iglesia sustentarle para que sus necesidades básicas sean cubiertas y sabemos que Dios mismo interviene a favor de los Suyos prometiendo que siempre proveerá.

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